Cuando lo eres todo para mi...

Y ahí estamos de pie los dos semidesnudas
con las manos de arena
y afuera el mundo.
Yo me callo, te escucho y afirmo que
mis labios rodarán
por ti esta noche.
Y ahí están tus ojos,
se clavan como espadas
afiladas en mi carne.
Yo soy piel dolorida que se quebranta,
luz que desafina todos tus planes.
Sabes, amor, las distancias las mido a oscuras
entre mis manos que se amarran a tus caderas,
entre tu boca y la serpiente que me acecha,
entre la playa que se vacía en marea.
Quieta, quieta...
que me vacío sobre tu espalda,
que colonizo todos los montes de tu mapa.
Quieta,
que me agazapo en tu cintura,
mis manos te recorren y así me atrapas.
Así que amor no demores la impaciencia,
que soy esclava hambrienta de tu aliento.