viernes, febrero 24, 2012

Otoño

En otoño las hojas hablan, cambian, mudan, se terminan sintiendo libres, el viento las hace poderosas, los arboles las mantienen bajo su abrigo, y las dejan partir cuando creen que ha llegado su momento.
Tu eres un alma libre, un pájaro al que no se le puede encerrar, siempre hay que dejarte la puerta abierta para que puedas sentir que tienes tu hogar, pero no tu condena.
Eres como el otoño porque vienes cuando se te espera, porque abrigas cuando hace viento, porque traes el viento y con ello un nuevo aire, un giro inesperado, pero al final... siempre me espera tu abrazo.
Porque dejas que todo lleve su cauce, sin prisa, porque cuando tus hojas caen sabes que lo que duele pronto te hará más fuerte, pronto te hará conocer, asumir, sonreír, y volverte a levantar, con el viento te lo llevarás, limpiarás todo ese suelo y saldrás a la lluvia a liberarte, a saltar en los charcos como hacen los niños pequeños, a disfrutas de las pequeñas cosas y sentirte un poco mas libre, un poco más feliz.

Como el otoño porque hay demasiado espacio en ti que recorrer, demasiados detalles, demasiados abismos, caminos, paisajes en tu mirada, recodos en tu piel, sonrisas que se te escapan sin querer, demasiado que no me canso de buscar... porque para mí, nunca es demasiado.
Me encanta ver que sea así, que crezcas y sigas siendo niña, que arriesgues sabiendo que puedes perder, porque eso mismo te hace ganadora. Tu esencia no se pierde, eres mis ganas, mis ojos, mi dulzura... Hay cosas que sin ti, no sabría de mi, hay cosas que sin ti no saldrían a la luz, no habría luz, porque nunca pude imaginar que me pudieras dar tanta luz.

Eres mi estación favorita, en la que ni dejas que tirite mi alma, ni la abrasas; dejas que busque por mi misma, que me valga por mi misma, recorres todo ese camino que tanto a ti y a mi nos une... Me buscas hasta encontrarme, y yo no quiero dejarme escapar.
No siempre es frío un otoño si tienes quien te abrace por la noche, no siempre es frío y más cuando sabes que te proteje hasta en tus sueños, porque cuando sabes que te protejera como quien proteje su libertad, puedes sentirte en calma.
Porque cuando sabes que tus vivencias se llenan de viento, de lugares, de mundo por recorrer junto a ti, de un tren que no te quieres bajar... el otoño termina siendo tu estación ideal.
Porque tú eres mi otoño, y ninguna luna podría reemplazarte.

miércoles, enero 19, 2011

Transeúnte.



No me guardes rencor, no puedo hacer nada más que salvaguardar mi alma, no estés conmigo, no huyas de mi, sé mi transeúnte.
Cuidame cuando sólo quede mi recuerdo, deseame el mejor destino posible para que todo esto tenga sentido.
Hazme un favor, respira por mí.
Ahora tengo demasiado, ahora pesa la falta, ahora me pesas, ahora me empiezo a pesar.
A pesarme, a pensarme.
Los besos se me llenaros de escarcha, de agua destilada que nunca manaba, se ahogaron mis ganas, se murió mi aliento.
Los ojos se me inundaron de lágrimas derramadas por algún otro transeúnte, algún otro como yo, algún otro que no eras tú.
El alma se me inundó de cristales, rotos, resquebrajados, puntiagudos, ásperos, y translúcidos.
La vida de expectativas extinguidas, de sueños que se convirtieron en deseos, los deseos en ilusiones, las ilusiones en expectativas, y las expectativas en fracasos.
Ya no pude soñar, no pude soñarte donde no existías, no existías donde no había lugar para sueños.

Porque los sueños son para crearlos y vivirlos.

miércoles, diciembre 22, 2010

Sácame de quicio.


Déjame conocerte despacio, que no salga nunca de mi asombro,
bésame, dime que me calle, dame una de cal y una de arena,
hazme llorar, toca mi mejilla, lléname de calma,
vente conmigo, cierra mis ojos, atrévete a arriesgar,
esconde tu secreto, dame tu llave, dime que no,
descifra mis ojos, quítame la piel, mírame dormir,
disfrázate de mar, échame sal en las heridas, cúrame con tu olor,
ponme a prueba, pídeme que sea idiota, ríete de mi,
baila con mis pies, líbrate de mi, grítame verdades,
salta conmigo, suspira para mi, dedícame un minuto,
hazme perder la cordura, murmúrame canciones, respira mi piel,
descubre sin mí, dame una señal, hazme sufrir,
escucha los pájaros, crece silbando, disfruta del sol,
hazme caer, dibuja mis defectos, suelta mi mano,
escríbeme tu calor, cuida mi pecho, di mi nombre,
hazme dudar, escóndeme los zapatos, ponme la zancadilla, mírame en un espejo,
óyeme reír, sonríe a un transeúnte, canta junto a la ventana,
escucha mis manos, háblame lejos, hazme esperar,
camina con el mundo al revés, dime como es tu sueño, cuéntame tu dolor,
rasga mi voz, sonríeme a oscuras, desgarra mi silencio,
hazle burla al sol, vete con el viento, espíame al buscarte,
dame tu sed, háblame sobria, déjame secar en invierno, llámame niña, sé feliz.

jueves, noviembre 25, 2010

Tú y tus dientes afilados I

Un día más volvía a ese lugar tan familiar, mientras entraba por la puerta me recibiste con una sonrisa. Tengo el olor de esa casa clavado en mi piel. Mi habitación era la de invitados, a pesar de que ahí sólo hubiera máquinas de gimnasio, y un colchón en el suelo. Entre en la habitación pensando porque tenia que quedarme allí, porque mi padre no podía llevarme con él, porque simplemente, no me quedaba en mi casa. Pero ya sabia la respuesta, años después supe la respuesta.

Oí una voz muy lejana, pero en cambio estabas detrás mía.
- Vamos a cenar, que ya está la mesa preparada. Si te comes todo luego vemos una peli.

Me dijiste mientras clavabas tu mirada en mi, y dejabas entrever esos dientes afilados.
Llevabas puesto un pantalón de chandall gris, una camiseta de tirantes blanca que no se diferenciaba mucho de tu piel, y unas zapatillas de andar por casa, te habías rapado el pelo, parecías un chico malo, eras un chico malo.
Por supuesto, no llevabas calzoncillos, nunca los llevabas.

Y yo obedecí, cenamos en familia en esa cocina minúscula, llena de electrodomésticos que lo veían todo, en los que se reflejaba todo lo que ocurría allí. Una cocina limpia, de esas pequeñas que son rectas y luego hacen curva, una cocina donde te gustaba desnudarte y obligarme a mirar. Y siempre tus dientes afilados dejándose entrever.

Pusiste una de esas películas de acción que te gustan tanto, pusiste x-men.
Ella hizo palomitas para todos, mientras tu cogías tu sitio del sofá en forma de “L”, te tumbaste mientras yo me tumbe al revés de ti, ella se sentó en ese pequeño espacio que dejábamos de la “L”.
Estuvieses como estuvieses mantenías un pequeño contacto conmigo, utilizabas tu pie para llamarme en silencio, utilizabas tu pie para tocarme mientras ella estaba a un metro nuestro, sólo me hubiese echo falta gritar, pero sabías que no lo haría.

Sabías que no le gustaban esas películas, sabías que las veía por ti, y ella aguantaba viéndolas para acompañarte, sólo porque tú querías.
Hasta que decidió irse a acostar...
y yo desee en silencio con todas mis fuerzas que cambiase de opinión...
y yo desee con todas mis fuerzas que dijese que era muy tarde para que anduviese despierta y tenía que irme a dormir... no lo hizo.

Y allí estábamos tú y yo en ese salón, mientras tú me tocabas y me obligabas a tocarte, yo clavaba mis ojos en la pantalla queriendo no formar parte de nada, queriendo no estar allí, pensando en nada...
Mientras te tumbabas encima mía y yo cantaba en mi interior una canción de “Amistades Peligrosas”...
Mientras me preguntabas si me gustaba, y yo no sabia que responder...
Mientras hacías bromas sobre tu miembro y yo me reía sin querer reír, sólo por miedo.
Hasta que te cansabas, y volvías del baño con una mirada tan fría que a veces llegaba a hacerme sentir que había echo algo mal, siempre esa mirada, siempre esos dientes afilados.

Volví a personarme mentalmente en el momento en que entré en la habitación y pude tumbarme, sola, aturdida, confusa... hasta que caí dormida por mi cansancio mental de querer evadirme y sacarme de mi cuerpo mientras estuviese en ese lugar, en esa casa.
Hasta que algo me despertó, y noté una respiración en mi nuca, un cuerpo pesado tumbado boca abajo mientras yo le daba la espalda, y algo que se erizaba entre la tela de la ropa.
Y sólo pude decir
- Ah, eres tú.

domingo, noviembre 21, 2010

Rabia

Se acabó, me acechas cada noche en mis sueños, consigues descolocarme hasta en mis sueños, me has robado lo ultimo que me quedaba, asique ya no me haces falta.
Ya no tienen sentido las manillas del reloj, se pararon en el momento en que te besé, por eso no me hace falta llevarlo, porque siempre, siempre, apareces en mis sueños.

Me trastocas, me desbordas, me estremeces, me alteras, me follas, me desprecias, me abrazas, me hechizas, hablas de esa forma en la cual no sé si hablo contigo o conmigo misma, sonries, estrellas todo contra todo, te vuelves un torbellino, no sé cómo lo haces pero siempre decides tú lo que ocurre... tiene cojones, que sean míos, y decidas tú.

Ya no me hace falta tenerte, porque sin quererlo me tienes tú a mi en mi propio cuerpo, cada noche... siempre estás cada noche...

(Qué poco sentido tiene ya el infinito.)

Eres capaz de robarme mis sueños, y el sueño que los acompaña, en lo único en lo que me podía refugiar, vas, y te metes...
y ya no tengo sueño,
y ya no tengo sueños,
y ya no son míos...

Estoy cansada, y me da igual, si te vas, me da igual, aparecerás sin permiso en el único momento en que no soy consciente, me da igual, me doy igual.

Te rompería todas tus cosas a la cara para que te dieses cuenta que haberlas guardado tenía algún sentido, tenía algún significado, pero da igual, siempre puedo hacerlo en sueños.

Ya no me haces falta, y me duele tanto decirlo porque sé que no es cierto, es posible que llene mi habitación de pos-it repitiéndomelo - Ya no me haces falta – quizá algún día me lo crea.

Te quería firmar tu maldita sentencia de muerte conmigo, y termino diciendote que vives en mi... pues eso, nos vemos en sueños... cuando tu quieras, claro.

sábado, noviembre 20, 2010

Me encantaria

Me encantaria poder decirte que no pienso... que no pienso en ti, que no pienso cada noche lo que me has echo sentir(me), me encantaria poder decir que fuiste una más, o simplemente que fuiste, así, en pasado.
Me encantaria... de veras, pero me ha tocado tener un corazón encadenado a tu voz, encadenado a tu piel, a esa sonrisa inocente, al rastro de olor que dejas al pasar...
Lo siento si no quieres oir simplemente que eres algo mas que todo...
Siento decirte que no aspiro a nada contigo, pero que hasta eso me parece suficiente.
Siento recalcular, buscar mil maneras de hacer las cosas tantas veces que termino equivocandome a cada paso que doy y te llevo por delante, siempre te llevo por delante.
Y te miento, te miento cuando digo que todo esta bien, te miento cuando (me) digo que no te necesito, te miento tanto que me lo termino creyendo, que termina siendo mi verdad.
Te miento todas las veces en que intento salvarme de mi misma, salvarme de mi nostalgia, escondiendote en lo más profundo de mí de modo que no haya forma de sacarte, te abro un castillo en mi pecho para que estes a salvo, de modo que tambien me mantengas a salvo a mi...pero es que he descubierto demasiado tarde que un abrazo no salva a nadie, y en cambio, cubro mi fosa de esperanza dibujada, de necesidad destilada, y me tiro sal entre los pulmones para sentir bien claro que esto que me invade tiene algun sentido.

miércoles, noviembre 10, 2010

Yo sólo quiero...


No puedo, no puedo tragar y tragar y pasar como si nada, no puedo, me explota el pecho, pierdo la paciencia, las fuerzas, y todo lo que esta establecido que se debe tener para seguir dando pasos, aunque sean de ciego, no puedo mantener la calma cuando por dentro tiembla mi alma y mis lagrimas están al borde del precipicio, al borde de cumplir su propia gravedad...

Quieres un beso y tienes deseo en la garganta,
Quieres un verso a medianoche, por eso duermes de día, pero los búhos no quieren hacerte compañía,
Quieres acabar con este insomnio, pero no quieres pasar una noche más perdida en sueños,
Quieres que te palpiten las venas, pero en tu cuerpo tan sólo hay escarcha,
Quieres que la adrenalina te haga vibrar, pero tienes demasiado peso entre los pulmones,
Quieres pedir perdón por todo aquello que ya no tiene arreglo, pero hace tiempo que dejaste de creer en las palabras,
Quieres una mirada cómplice, y tan sólo la buscas en párpados cerrados,
Quieres un detalle al amanecer, pero hace tiempo que dejaste de tener en cuenta el sol,
Quieres llorar, pero todo aquello que llevas dentro no quiere salir de ti.