martes, octubre 10, 2006

stop...


Antes de que te vayas, sin despedirte, de que mires, desde lejos, sin apenas prestar atención a tu corazón, de que te dejes guiar por tus miedos, de que no quieras ya sentir, cuando no quieras tenerme a tu lado, mira si es que aún te quieres quedar, quieres sonreír mientras me saludas, quieres observarme, tan de cerca que puedas ver como late mi corazón… quieres sentir, y ver lo que sienten los demás, cuando no puedas ya separarte de mi…Dime si es que alguna vez te preocupaste por mí, deseaste estar a mi lado, dime si es que alguna vez al mirarme a los ojos te topaste con mi corazón desahuciado... si es que una mirada pudo más que mil palabras, dime que es lo que hice para que andases miles de kilómetros sin mí, para no imaginarme en cada esquina, dime como lo hiciste, como fue que yo no pude amanecer sin tus manos en mi piel, sin tus ojos protegiéndome, como fue que ya no hablabas de mi como alguien cercano, como pasó que no recuerdas ya ni mi nombre, ni volviste a visitarme, ya ni creías conocerme, qué es lo que hice para que no aceptaras mis lágrimas, para qué te pedí perdón si tú ya sólo me recuerdas como una conocida más, para qué volver a pensar en ti, si solo tocaste mi manos desde afuera, si mi miraste con los ojos cerrados, si me sonreíste escupiendo, para que recordarte, si ya no recuerdas ninguna de las tardes que me cuidaste, mientras estabas conmigo… huyendo de mí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buahhhh.....has ido retorciendo la historia, que giros más increibles...me gusta ese monólogo, que nunca dirás, o que siempre escucharás...

Anónimo dijo...

algun dia conseguiras q las manos de la persona indicada te rocen cm las alas de akel pajaro q vuela lentament alrededor de una nube...no estes mal xfa ;)

Anónimo dijo...

Antes de irme, sin tener que despedirme pues todo estaba dicho, te miré desde lejos, escuchando a mi cabeza, pensando en mi corazón, sabiendo que no era miedo lo que sentía, sino una realidad, un pasado que nos unía.
Se que hubo muchas alegrías y que ellas dibujaban parte de nuestra vida, el cuadro de todo aquello que compartimos día a día, y ahí tu mirabas y veías nuestra vida. Ese boceto, que para ti se llenaba de color cada día, en mi se fue borrando con las lagrimas que tu dolor me producía, con las heridas que causaba cada nueva sacudida, con nuestras incompatibilidades, las tuyas y las mías.
Y nunca huí de ti, solo de tus ganas de que me doliese. Y nunca me olvidé de tu nombre, pero si de tus letras amargas. Y no toqué tus manos desde fuera, sino tu corazón por dentro, hasta lo más profundo, donde el odio se mezclaba con el cariño, luchando. Tampoco es que ya no recuerde ninguna de las tardes que te cuidé, que me cuidaste, y sabes que nunca has sido una conocida más, aunque te lo dijese para alejar de mí tu ira, pues mis ojos no dejaron de mirarte y mi sonrisa siempre estuvo ahí para saludarte, mis oídos para escucharte, y además, lo sabías y lo sabes. No huí de ti, digas lo que digas, solo intenté dejar correr el aire para secar esas lagrimas que nos autodestruían