
Desprecié tu recuerdo por el hueco que causaste en mí, desprecié a todas mis amigas porque no eran como tú, porque no tenían ese brillo en la mirada…
Desprecié mil noches que pude pensar en ti, y me obligué a no hacerlo por no sentirte solamente en una fotografía, esa misma que al mirarla me encharcaba el alma.
Desprecié toda mi ropa porque tú ya no la mirabas, porque ya no tenía sentido tener un olor corporal…
Desprecié la confianza en mí puesta por no mirar mi sombra, por esconderme en un rincón para encontrarme a mi misma, y busqué en mis cuatro paredes alguna palabra que me calmase……
Por no darme cuenta que seguía viva, le quité el valor a las palabras para ahuyentar el dolor, me hice inmune al cariño por no querer soportar el adiós, desprecié las ganas de tenerte a mi lado, y empecé a valorar la soledad como un método de supervivencia…
Y aún así, habiendo perdido la cordura por una noche, no consigo calmar mi cuerpo cristalizado…